jueves, 29 de marzo de 2012

Sin titulo (1era. capitulo)



Era el primer día de primavera, una fresca brisa recorría las hojas de los árboles. En el jardín los cuatro niños jugaban alegremente, corriendo entre la pila de hojas que se habían recogido esa mañana. Los padres los miraban retozar y hablaban entre ellos de los planes y sueños que tenían para sus pequeños.

-Laura es tan delicada y sensible – dijo una de las madres – no se como hace para verse siempre tan hermosa y elegante. Y eso que solo tiene 6 años. Tienes mucha suerte de tenerla como hija.

-La verdad es que no se como mi hija ha adquirido rasgos tan suaves – dijo la madre de Laura – definitivamente no los obtuvo de mi y menos de su padre.

-En verdad no de su padre – replico la otra madre en tono de burla.

-Creo que Laura y Danielle solo pudieron obtener sus buenas características de sus madres – el padre de Danielle llegaba de la cocina – Aunque es lamentable que no hayamos tenido varones que pudieran heredar algunos de los nuestros.

-Lamentable, no creo. –El padre de Gabriel, que había estado muy callado hasta entonces brindaba su aporte a la conversación – ustedes son afortunados, tienen en sus hogares dos princesas que les recordarán cada día de sus vidas la belleza y la candidez de sus esposas. Yo aunque, amo a mi hijo, desearía haber tenido una niña que hubiera heredado la mirada de mi esposa. Así ahora que no está conmigo podría recordarla siempre.

Un silencio se apoderó de todos, nadie sabia que decir. La madre de Laura, suspiró y dijo:

-¿Han notado como Gabriel hace esa muesca extraña cuando está haciendo algo malo y no quiere que lo descubran? – Todos miraron al niño que estaba a punto de vaciar su cubo de arena sobre Danielle – Es exactamente igual a Ania cuando estaba maquinando alguna de sus locuras. Ya ves, no creas que por ser padre de un varón no tendrás quien te la recuerde.

-Además, ya quisiera yo que Robert fuera un poco más como Gabriel – el padre de Robert hablaba mientras se tomaba un refresco – Gabriel es tan decidido y valiente, todo un varoncito. En cambio Robert…

-Cuidadito con lo que vas a decir – la madre de Robert salía en defensa de su hijo – mi hijo es todo un varoncito, lo que pasa es que yo lo he educado para que sea tierno y delicado.

-¿Delicado? – El padre de Robert subía un poco el tono de su voz – ¿Qué hombre se sentiría orgulloso de que le digan que es delicado?


-Bueno, bueno – El padre de Laura objetó a lo lejos – no tiene de malo que un hombre sea delicado, mírenme a mí que soy la representación viva de la delicadeza, mi niña obviamente lo heredó de mí – Dijo a la vez que se levantaba la camisa y se rascaba arduamente la prominente barriga.

Las madres no pudieron contener la risa. A lo que la madre de Laura respondió:

-Bueno, pues da gracias que tienes dinero, porque si solo dependiera de tu gracia y dulzura no se que hubiera sido de nuestro matrimonio.

Así continuó la conversación entre las cuatro parejas con risas y bromas, mientras que los niños ajenos a todo esto seguían absortos en sus juegos infantiles.

Terminó la tarde y cada uno partió rumbo a su hogar. Los ratos vividos juntos fueron quedando atrás. Gabriel fue enviado a un internado en España por su padre cuando cumplió los 10 años, para iniciar su preparación hacia el futuro que le sería impuesto como presidente de la compañía arquitectónica que su padre había construido. Mientras que Robert, Laura y Danielle crecieron compartiendo sus tardes y pasando agradables momentos juveniles.

Laura se convirtió en una adorable jovencita de grandes ojos color miel y pelo lacio que se mezclaba con los colores del atardecer. Era el orgullo de sus padres, quienes soñaban que algún día su hija se convertiría en una gran arquitecta como su padre.

Danielle con tan solo 16 años, era muy inteligente y suspicaz, su pelo negro como la noche y sus ojos azules como el cielo, le daban un toque misterioso que acompañaba muy bien su personalidad tranquila y calculadora. Robert era todo un caballero, educado por su madre para ser galante y respetuoso. Nunca hablaba de más, ni le llevaba la contraria a sus padres. Estos habían decidido que Robert debía ser abogado, como su abuelo, de esta forma levantaría el buen nombre de la familia.

Danielle por el contrario, nunca dejaba que ninguna condición le fuera impuesta por nadie. Había decidido ser arquitecta y estaba decidida a lograrlo, no solo esto, sino que estaba muy segura de que sería la mejor.

Los tres amigos, pasaban sus tardes en el parque o caminando por ahí. Compartiendo sus ideas y opiniones. Danielle ya había sido aceptada en una de las mejores universidades de Estados unidos y estaba haciendo los preparativos para su viaje. Laura aún no decidía donde estudiaría al terminar la secundaria, pero no le preocupaba, pues los contactos de su padre de seguro la ayudarían a ingresar a una de las universidades más reconocidas en el ámbito de la arquitectura. Una tarde al salir del Colegio, los tres amigos se encontraban sentados en la grama del parque cerca de su casa. Danielle y Laura hablaban de todo, mientras que Robert estaba más callado que de costumbre.

-Entonces, le dije a papá que la razón por la que estaba deseosa de irme a Estados unidos era precisamente para alejarme de él – Danielle estalló en carcajadas.

-No sé como puedes hablarle así a tu padre, Danielle – Laura apenas contenía la risa – si yo intentara algún día contradecirlo, creo que primero me muero del susto.

-Bueno, no es que yo quiera irrespetarlo ni nada así es solo que mi vida es mía y si alguien va a vivirla esa seré yo y nadie más.

-Hey, ¿y a este qué le pasa? – Dijo Laura mirando a Robert – no ha dicho ni media palabra desde que salimos del colegio.

Danielle le dio un ligero codazo a Robert y este se espantó un poco.

-¿Estabas volando lejos? ¿En qué piensas?

-Pues, en todo Dani – Robert hablaba con su acostumbrada madurez – solo nos quedan unos meses antes de graduarnos y pues hay tantas cosas que hacer.

-Tú no tienes nada que hacer, a ti tus padres te lo tienen todo muy bien arregladito – Danielle hablaba en un tono despectivo, que dejó a Laura un poco intrigada.

-Pero, no tiene nada de malo que nuestros padres se preocupen por nosotros, Dani. Mi padre se ha esforzado mucho por darme una buena vida y lo menos que yo puedo hacer…

-Es dejar que sea él quien controle tu futuro. Vamos Laura, a ti ni siquiera te gusta la arquitectura y aún así tomarás esa carrera. Tú y Robert han dejado que sus padres les manejen la vida como ellos han querido. Y supongo que ahora es difícil dejar el camino fácil, ¿verdad, Robert?

Robert y Danielle se miraron de una forma que Laura no había visto antes. Parecía como si Danielle estuviera reprochándole algo a su amigo.

Sabes qué Danielle, no todos somos como tú, algunos necesitamos tiempo para tomar nuestras propias decisiones.

Robert se puso de pie, tomo su mochila y se fue a prisa, obviamente muy molesto.

-¿Y ustedes qué se traen? Esas miraditas y esos comentarios tuyos hacia él. ¿Hay algo que yo no sepa?

-Pues no. Es solo que a veces me aburro de ver como le dominan la vida. Creo que su mami aún le corta la carne en pedacitos chiquititos para que no se ahogue, el pobre bebe.

-No hables así de él, Dani. Robert es un buen hombre y solo se esfuerza por hacer felices a sus padres.

-¡Corrección! Robert es un buen niño, porque para ser hombre, le falta mucho todavía. –la mirada de Laura denotaba un poco de decepción.

-Ay perdón amiga, sé que te gusta Robert y todo eso, pero la verdad debe ser dicha.

-A mi no me gusta Robert. ¿Qué te hace pensar eso?

-Bueno, primero que cuando dices: A mí no me gusta Robert. Se te pone la cara toda roja y la piel de gallina. Además se te van los ojitos detrás de él cada vez que lo ves.

-¡Eso es mentira! – Laura bajo la cabeza – ¿En serio crees que hago eso?

-No, no lo creo, estoy segura. Lo que no sé es cuando piensas decírselo.

-¡Decírselo! Ay no, que vergüenza. Como crees que yo podría decirle algo así.

-¿Porque no? Solo sigo que Robert no es feo y quizás alguien más pueda adelantarse. Te sentirías muy mal si eso pasara y tú te quedaste callada.

Las palabras de Danielle se quedaron grabadas en la mente de Laura. Aunque había sentido crecer sus sentimientos por Robert a través del tiempo, nunca consideró la posibilidad de que él lo supiera, pero pensar que él pudiera estar con alguien más le hacia sentir una fuerte punzada en el corazón. Quizás Danielle tenía razón y confesar sus sentimientos hacia Robert sería lo mejor. Ellos habían sido mejores amigos por años, él confiaba en ella plenamente y la trataba con una dulzura tal, que la hacía sentir como si ella fuera la mujer más importante en el planeta, al menos para él. Así que después de una larga noche consultando con la almohada, por fin se decidió. Invitaría a Robert a salir y le diría lo que hacía mucho tiempo ella había empezado a sentir por él.

Esa mañana mientras se preparaba para ir al colegio, sentía un correteo intenso en su estomago, pensaba una y otra vez como le diría lo que sentía. Había fantaseado muchas veces con estar son él, pero al ver el día tan cerca, sentía que los nervios la dominaban y apenas si podía controlar el temblor de sus piernas.

Estuvo toda la mañana armando la escena en su cabeza, imaginándose la cara de Robert cuando se lo diera, quizás estaría un poco sorprendido al principio pero después se alegraría y le diría que él también sentía lo mismo por ella. Quizás la besaría y la abrazaría. Pensaba en lo felices que estarían sus padres con la noticia, y de pronto se encontró a si misma imaginando vestidos de novia, arreglos de flores, todos los preparativos de la boda. Perdida en su imaginación estuvo hasta que llegó la hora de salida. Nunca se había sentido tan feliz de escuchar el último timbre. Sin perder tiempo corrió a encontrar a Robert, lo divisó a lo lejos hablando con unos compañeros.

-Hola, Robert, hola ¿Como están todos? –Sentía que le faltaba el aire – ¿Podemos hablar?

-Si claro, ¿pero que te pasa te sientes bien?

-No me pasa nada, bueno nada malo. Solo quería invitarte a comer un helado y hablarte sobre algo, si tienes tiempo.

-Claro, quieres que vayamos ahora? –Laura asintió con la cabeza- Pues vámonos, ya no tengo nada más que hacer aquí. Invitamos a Dani?

-No, es que quisiera hablarte a solas.

-Está bien.

Se fueron ambos hacia la heladería que estaba a una esquina del colegio, ella lo sentía caminar a su lado, vibraba con el roce de su camisa en su brazo, parecía que su corazón se le iba a salir del pecho. Mientras él hablaba de cosas triviales, ella sonreía y pensaba que esta sería la última vez que caminaran juntos como amigos.

Llegaron a la heladería y al encontrar una mesa, el jaló la silla para que ella pudiera sentarse, eso le hizo recordar la inmensa lista de cosas que le gustaban de él.

-Bueno, aquí estamos. ¿Qué era eso tan importante que querías decirme?

-Pues, verás Robert, ayer Dani dijo algo que me dejó pensando y…

-Dani siempre hace eso, ¿no? Deja todos pensando.

-¿Porqué lo dices en ese tono?

-Porque… nada no me hagas caso. Es que Dani a veces me molesta mucho.

-ella no lo hace por ser mala, simplemente no le gusta guardarse sus opiniones.

-Si, supongo que es por eso que…

Robert hizo una pausa que hizo sentir a Laura muy incomoda. Le parecía que algo no estaba bien. Recordó las miradas de ambos ayer en el parque.

-¿Que supones Robert? ¿Pasa algo que yo no sepa?

-Pues… Dani me hizo prometer no decir nada todavía, pero, tú eres nuestra mejor amiga, así que supongo que a ti no importa que te lo diga.

El silencio le pareció a Laura una eternidad, su mente sospechaba lo que Robert estaba a punto de decirle pero por alguna razón una vocecita en su cabeza le decía que era imposible. Recordó las tardes que pasaron juntos los tres, los trabajos que hacían en el colegio, los tres siempre juntos, compartían todo. Entonces prestó más atención a los detalles, las cosas pequeñas, las sonrisas de ellos dos, los juegos y coqueterías de Dani para con él, el empeño de acompañar a Dani a su casa cada vez que se separaban.

-Dani y yo empezamos a salir juntos hace unos meses.

-¿A salir? Nosotros siempre hemos salido.

-Si, claro. Pero nosotros comenzamos a salir… como novios, entiendes? Hemos estado juntos por unos meses, pero conozco a Dani hace toda la vida y creo que es la persona adecuada para mi.

-¿Adecuada? ¿Estás enamorado de ella?

-Pues no lo sé bien, todavía. Pero Dani es tan especial. Con ella me siento bien, ella me hace soñar en grande, ¿sabes? Me siento vivo y deseoso de estar con ella cada minuto de mis días- Robert suspiró- Vaya nunca me había escuchado hablar así de ella, cuando lo digo de esa forma, pues creo que si, estoy enamorado de Dani.

El corazón de Laura casi se detiene. Robert enamorado de Dani, y ella allí sentada frente a él, escuchándolo hablar sobre sus sentimientos por ella, lo bien que se sentía a su lado y ella lo único que deseaba era gritarle que se callara, que ella también estaba enamorada, pero de él. Mientras su rostro dibujaba una sonrisa hueca, sentía las lágrimas agolparse en sus ojos. Bajo la cabeza tratando de disimular. No debía llorar.

-¿Entiendes lo que digo? ¿Alguna vez te has sentido así por alguien, Laura? – Robert la miraba con una emoción tal que parecía un niño el día de su cumpleaños abriendo todos sus regalos.

-Pues no, nunca he sentido nada parecido. Te envidio, no sabes cuanto los envidio a los dos.

-El problema es que… Danielle a veces me pone en situaciones difíciles. Como ahora, tú sabes que ella irá a estudiar a Nueva York, ¿cierto? Pues quiere que nos vayamos juntos, que vivamos juntos allá. ¿Que te parece?

¡Vivir juntos! Robert y Dani iban a vivir juntos. De pronto todas las imágenes que habían pasado por su cabeza, las ilusiones falsas que se había hecho se fueron cayendo a pedacitos una tras otra. Ya no era solo una relación de adolescentes sin importancia, ellos iban a vivir juntos, como pareja. Robert continuó hablando sin parar, mientras Laura deambulaba en sus propios pensamientos.

-Tú sabes que Papá tiene todo resuelto para mí, hasta la universidad donde estudiaré, decirle ahora que no iré adonde él quiere y que pienso mudarme con Danielle, no sé cómo va a tomarlo. Y ni hablar de mamá, ella siempre quiso que yo me casara contigo, ¿recuerdas como lo mencionó en la fiesta de navidad pasada?

-Si, lo recuerdo –Laura respondió en voz baja, para que Robert no notara como su voz se cortaba de pronto.

-Tú sabes que a mamá siempre le has caído muy bien, supongo que por eso anhelaba que tú y yo nos casáramos algún día. ¿Te imaginas? Sería ridículo pensar en nosotros como pareja, ¿verdad? Si somos casi como hermanos.

-Hermanos, si. Sería ridículo pensar en eso.

-Sé que lo que quiero es ir a Nueva York con dani, pero aún no sé como lo tomaran papa y mama. ¿Que opinas Laura? ¿Crees que es lo correcto?

¿Que debía decir? Si claro, vete con ella y rómpeme el corazón de paso. Porque preguntarle a ella. No era justo, pedirle consejo mientras sentía su corazón arrugarse poco a poco. Apenas si tenía fuerzas para hablar, deseaba salir de allí corriendo e irse a algún donde pudiera estar sola, completamente sola.

-Pues no sé, Robert, supongo que si es lo que quieres, pues debes hacerlo.

-Vamos, Laura, tú siempre eres la que da los mejores consejos. Sé que ha sido una sorpresa para ti, pero eres mi mejor amiga y de verdad necesito de tu ayuda ahora.

¡Su mejor amiga! Eso era lo más doloroso que había escuchado en mucho tiempo. Él se había enamorado de Dani y ella era solo su mejor amiga. Lo vio a los ojos y sintió tanta rabia en ese momento, con él, con Danielle por no decirle nada. Quiso gritarle todo lo que estaba sintiendo en ese momento y decirle que lo odiaba, que no quería saber nada más de ellos dos, que por ella podrían hacer lo que les diera la gana. Pero luego, miró más allá, miró muy adentro de los ojos de Robert, vio la dulzura y la ternura con la que siempre la trataba, las galanterías que la habían hecho fijarse en él en primer lugar. Vio todo eso y le dolió, le dolió pensar así de él, sintió compasión de este hombre frente a ella que necesitaba de su ayuda. Lo quería tanto que, si él necesitaba una amiga, eso sería ella para él, solo su amiga.

-Robert, ¿La quieres?

-Si, creo que sí.

-Pues no hay nada más que pensar. Si amas a alguien haces todo lo posible por que esa persona sea feliz. No debe haber nada más importante que demostrarle tu amor cada día. Lo que Danielle te pide no tiene nada de malo. Ella solo quiere estar contigo, empezar de cero juntos. Si tus padres te aman, te entenderán y te apoyaran. Quizás no desde el principio, pero si con el tiempo. Pero si no lo intentas, si te quedas sentado y no haces nada, vivirás el resto de tu vida con la duda de lo que pudo haber sido y no fue.

-¿Ves? – Robert sonrió – Hablar contigo siempre me hace sentir mejor – Le tomó de la mano suavemente – Gracias. Ahh pero de que querías hablar tú conmigo, me invitaste aquí para decirme algo muy importante.

-¿Sabes? Con la noticia que me diste hasta olvide lo que quería decirte. Y ya se me hizo tarde para llegar a casa, debo ayudar a mama con algo. ¿Te molesta que te deje solo? –Laura recogía sus cosas y se levantaba apresurada de la silla.

-Pero, espera, te acompaño a tu casa.

-No, esta bien así, voy muy de prisa. ¡Adiós!

El camino a casa se le hizo largo, muy largo. Sentía sus pies como volando sobre la acera, llego a la puerta principal, entro a la casa, subió las escaleras y sintió que casi se desmaya al llegar a su habitación. Cerró la puerta con llave y se sentó sobre la cama. Estuvo unos minutos mirando la pared, sin saber que hacer. Necesitaba hablar con alguien, pero no había nadie. Sus dos mejores amigos eran los causantes de su pesar, así que ¿con quien debía hablar? Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas y se encostro de pronto sozollando sin control acostada en su cama. Porque le pasaba esto a ella. Porque había esperado tanto para decirle a Robert lo que sentía, porque… porque… porque…

Solo había preguntas en su cabeza, ninguna respuesta. Sentía un gran nudo en su garganta que apenas la dejaba respirar. Quería cerrar los ojos y no pensar en eso nunca más. Dormir, solo quería dormir.

Al abrir los ojos, vio todo oscuro había caído la noche. Vio su reloj de mesa, ya eran las 7:00 PM sus padres estarían abajo. Encendió la luz y se miro en el espejo. Sus ojos estaban rojo y sus parpados hinchados de llorar. Su pelo largo y lacio, estaba todo alborotado. Sin embargo, se sentía mucho mejor. Sentía como si hubiera sacado de dentro de su alma un peso muy grande, el nudo en su garganta ya no estaba y por fin podía respirar libremente. Entro al baño, se lavo la cara y peino su cabello. Debía bajar para la cena o sus padres vendrían a buscarla.

Al bajar los escalone los vio sentados en la sala, hablaban de las noticias del día, sus trabajos, los vecinos. En ese momento sintió envidia de ellos, habían estado casados por 15 años y aún conservaban esa costumbre de compartir sus días cada noche. Laura pensó que era eso lo que tanto deseaba. Pensó en Robert, su mejor amigo, con quien había compartido de esa forma durante toda su vida, o bueno, eso era lo que había significado para ella. Llego a la sala y se unió a la conversación de sus padres. Ellos la recibieron con un afectuoso saludo y comenzaron a interrogarla sobre su día. Laura evitaba hacer contacto visual con su madre, no quería que sospechara de cómo se sentía, aun no estaba lista para hablar de eso con ella.

-En unos meses estaremos celebrando tu graduación – el padre de Laura hablaba con nostalgia – me parece que fue ayer cuando te llevamos por primera vez al colegio y mírate ahora, toda una bachiller.

-Ay, pero no te pongas así, amor – la madre de Laura acariciaba suavemente la mejilla de su esposo – debes sentirte orgulloso de la hija que has criado. Dentro de poco será toda una profesional, una excelente arquitecta como su padre.

Laura escucho las palabras de su madre y sintió una incomodidad en su estomago, si bien la arquitectura no era lo que mas le gustaba, era la carrera que sus padres habían escogido para ella y quizás era mejor así.

-Si claro, así podré retirarme tranquilo sabiendo que mi compañía está en las manos expertas de mi hija.

-Laura,  ¿has pensado en lo que te propuse la otra noche?

-¿Que cosa mama?

-¿El curso de diseño, en España?

-¿Que curso de diseño? – el padre de Laura sonaba sorprendido.

-Amor, recuerda que te dije que Javier, tu amigo de infancia, me comento sobre un curso muy bueno de diseño arquitectónico en España para Laura. Dijo que seria perfecto para ella hacerlo antes de entrar a la universidad, se vería muy bien en su curriculum.

-¿Pero en España? – El padre de Laura no sonaba muy convencido –Es muy lejos de aquí.

-Laura ya va a cumplir 17 años y es una chica muy responsable. La has educado bien, además, ella debe empezar a ser independiente.

-Si, pero…

-Pero, no hemos oído nada de Laura, que es la interesada. ¿Qué me dices, hija? ¿Que te parece la idea?

-Pues no se mama. ¿Debo decidirlo ahora mismo?

-No, tomate unos días y piénsalo. Pero toma en cuenta lo bueno que seria para tu carrera. Además España es un país bellísimo, de mucha cultura. Seria lindo conocerlo, ¿no crees?

-Puede ser. – Laura se puso de pie – Me voy a mi cuarto.

-¿Te sientes mal hija? – pregunto su padre preocupado al ver a su hija tan deprimida.

-Si, me duele un poco el estomago. Me voy a acostar y seguro mañana me sentiré mejor.

-Pues buena noche, cariño. Que te mejores.

Laura les dio un beso de buenas a sus padres y rubio a su habitación. Sentía las piernas pesadas, su paso era lento y mantenía la mirada en el piso. Quería dormir, toda la noche. Pero no podía conciliar el sueño. Seguía pensando en Robert, en Danielle. ¿Porque Daniella la enviaría a hablar con Robert sabiendo que ellos ya era novios?  ¿Porque su amiga le había hecho algo tan doloroso? Necesitaba hablar con ella, decirle lo que pensaba, estaba furiosa, triste, herida.

Esa mañana en el colegio, su prioridad era encontrar a Danielle. La vio sentada en los escalones, sentada con un  grupo de chicas de la clase. Tan feliz y radiante como siempre. Se acerco a ella con paso lapido y seguro, aunque sentía miedo por lo que su amiga podría decirle.

-Hola, ¡Laura! – Danielle saludo a su amiga, como si no supiera nada de lo que había pasado.

-Hola ¿Podemos hablar en privado por favor?

Danielle se levanto y camino con la Laura hasta la esquina de la cancha. Laura sintió que las palabras se amotinaban en su boca, se senita tan molesta que no sabia como empezar.

-Danielle… ayer hable con Robert, como tú me sugeriste, y…

-Te dijo lo que había entre nosotros – Danielle la miraba de forma despectiva, nunca se había sentido tan pequeña delante de ella – Somos novios, ¿Recuerdas?  No tenemos secretos entre nosotros.

Somos novios, esa frase se le clavó a Laura en el pecho como un puñal, Danielle sabía cómo herirla sin fallar.

-Sí. Pero como puedes estar tan tranquila y verme así como si nada. Tú sabías lo que yo sentía por Robert y lo había entre ustedes y aún así me dijiste que debía hablar con él, decirle lo que yo sentía…

-Vamos a aclarar algo – Danielle sonaba segura y arrogante – yo no sabia lo que tú sentías por Robert, hasta antes de ayer cuando me lo dijiste. Si lo sospechaba, pero no lo sabía a ciencia cierta.

-Pero tu…

-Ya va. Si te sugerí que hablaras con Robert, fue porque como tu amiga me preocupo por ti. Pensé que seria lo mejor, que te desahogaras para que pudieras cerrar ese capitulo de tu vida y pasar al siguiente.

-¿Como puedes decir que lo que hiciste fue por mi bien? – La ira de Laura iba en aumento – si yo le hubiera contado a Robert lo que siento por él me habría sentido avergonzada y humillada. Tú debiste decirme lo que había entre ustedes.

-No quería lastimarte. Pensé que lo mejor era que lo escucharas de el mismo Robert. Te hice un favor. Aunque ahora no lo veas así, con el tiempo te darás cuenta de que fue mejor así.

-¿A que te refieres?

-A que las mujeres como yo, debemos estar con hombres como Robert, sumisos y pasivos. Las mujeres como tu que son débiles y blandas necesitan estar con hombres mas fuertes y seguros de si mismos.

-¿Como puedes decir eso de Robert?

-Es la verdad, Robert es lindo y tierno y lo quiero mucho. Pero es débil e inseguro, estando conmigo será más fuerte y tendrá un mejor futuro. ¿Que seria de Robert estando contigo? Tendría una vida moldeada a la voluntad de sus padres, sin el más mínimo poder de decidir por el mismo. Conmigo, será diferente.

-¿Diferente como? En vez de obedecer a sus padres, te estará obedeciendo a ti.

-Bueno, Pero yo sí le daré beneficios a cambio – Danielle esbozo una sonrisa coqueta – Laura, eres mi amiga y te quiero, por eso soy honesta contigo. Robert no es el hombre para ti, te hice un favor.

En ese momento sonó el timbre de entrada y Danielle se dio media vuelta para irse. Se detuvo de pronto y mirando a Laura le dijo en tono burlón:

-Ahhh y debo agradecerte. No se que le dijiste ayer a Robert pero por fin se decidió a hablar con sus padres e irse a vivir conmigo a Nueva York. Así que gracias.

Y se marcho sin que Laura pudiera decir nada de su comentario. Como era posible que ellas hubieran sido amigas por tanto tiempo y nunca se hubiera dado cuenta de la verdadera personalidad de Danielle. Durante todo ese tiempo ella le mostró lo que había sido conveniente, la engaño haciéndose pasar por su amiga y ahora que ya no la necesitaba  se deshacía de ella. ¿Y que podía hacer? Nada, Robert se había enamorado de Danielle y nada podía hacer ella para cambiarlo.

Esa tarde mientras se encontraba acostada en su habitación, daba vueltas a varios pensamientos en su cabeza. Robert, Danielle, la relación que había entre ellos, las palabras de Danielle. Nunca lo había visto de esa forma. Danielle era fuerte, extrovertida, voluntariosa. Jamás evitaba que nadie se interpusiera en su camino cuando se había propuesto conseguir algo. Laura por el contrario era pasiva, fácil de dominar y de convencer, a veces sentía tanta rabia consigo misma por no levantar la voz y defenderse sola. Durante muchos años dependió de Danielle para que la defendiera. En el colegio, en el parque en todas partes. Pensó que Danielle tenía razón, Robert era débil de carácter y necesitaba una mujer de temperamento dominante. Solo que… no tenia porque ser Danielle. Si se lo proponía, ella podría cambiar, podría convertirse en el tipo de mujer que Robert necesitaba. No era imposible.

Eran las 8:00 PM cuando salio corriendo de su casa hacia la casa de Danielle. Quedaba a solo unas esquinas de la suya. Toco la puerta y salio Danielle muy arreglada, parecía que iba de salida.

-¡Vaya! ¿A que se debe la visita tan inesperada e inoportuna? Voy casi de salida

-Tienes razón. No soy fuerte, ni decidida como tú. No he sabido tomar mis propias decisiones y he dejado que los demás me controlen en muchas ocasiones. Pero Robert es bueno, lo quiero y si tengo que cambiar mi forma de ser para poder estar con él,  lo haré. Porque he soñado con ser su novia desde que tengo memoria. Tú no lo quieres, para ti solo es un capricho más y ya. Con el tiempo te cansarás de él y cuando encuentres a alguien que te apasione más lo dejarás. Yo no, yo lo quiero para toda la vida, lo quiero junto a mí,  siempre. Porque no le haces un favor, y lo dejas libre para que pueda darse cuenta de que es junto a mí que debe estar.

Laura hizo un pausa en su discurso y se dio cuenta de que Danielle tenia una sonrisa picara en su rostro. Danielle miraba a alguien más detrás de ella.  Se volteo y sintió que casi se desmaya al ver a Robert allí. No supo que decir, quería correr pero sus pies no se movían y su boca estaba como sellada. Robert se acerco, tenia una mirada en sus ojos que nunca había visto, parecía una mezcla de pena y molestia al mismo tiempo, se veía decepcionado

-Laura – Robert hizo una pausa antes de hablar  - ¿Porque nunca me dijiste nada?

-Robert, yo…

-Lo que dijiste, no es cierto. Se que piensas que no tengo voluntad propia, pero se muy bien lo que quiero y es a Danielle. Y estoy seguro de que ella también me quiere a mí. Eres mi amiga y siento por ti mucho cariño, pero yo no deseo estar contigo, la verdad es que me siento muy decepcionado de ti, jamás pensé que te escucharía expresarte así de mí.  Danielle y yo nos iremos a Nueva York juntos. Esta noche iremos a casa de mis padres para darles la noticia. En unos meses cumpliremos 18 años y ellos ya no podrán retenernos aquí. Yo haré mi vida con Dani, lamento si sales herida en el proceso, pero mi prioridad es ella. Pensé que como mi amiga lo entenderías. Pero si no es así, entonces te pido que te alejes de nosotros y nos dejes hacer nuestra vida según nos plazca.

Laura sintió que sus pies se desprendían del suelo y salido corriendo lo más rápido que pudo hacia su casa. Paso frente al parque, ya era tarde. Había luna llena y se reflejaba sobre el pequeño lago que adornaba el parquecito. Se detuvo de pronto y estuvo mirando el reflejo de la luna algunos minutos, deseo poder sumergirse en esa imagen y no salir jamás. Quería desaparecer, huir, y no volver a casa. Se sentía perdida y su mente solo encontraba una solución, irse lejos.

-Mama – Laura llegó a casa y gritaba desde la puerta buscando a su madre  - ¡Mama!

-Aquí estoy. ¿Porque el alboroto?

-Mama, decidí que si quiero irme a España. Creo que es lo mejor para mi, cambiar de aire, conocer gente nueva, aprender mucho. Necesito irme.

-¿Necesitas irte? – su madre la miraba con preocupación – ¿Porque necesita mi hija de 16 años dejar su casa, sus amigos, su ciudad e irse a un país lejano y desconocido? Si me hubieras dicho que quieres irte te entendería, pero ¿por que es una necesidad?

-No me explique bien, no es una necesidad, es solo que seria bueno para mi estar en un lugar diferente por ahora.

-Aja. Entiendo. Si no quieres contarme no lo hagas, esperaré hasta que estés lista. Bueno, hablaré con tu padre y haremos los arreglos para cuando te gradúes.

-¡No! Yo quisiera irme ahora, mamá.

-¿Como? ¿Y tus clases y tu graduación?

-Yo tengo un promedio alto y solo faltan unos meses para la graduación. Podría irme ahora, conocer España y regresar para los exámenes finales. No me haría daño y no creo que afecte mi graduación.

-No se, Laura. ¿Cual es el apuro? Puedes esperar unos meses e irte luego, estamos en enero y  el curso empieza en Octubre.

-Mama… - Laura no pudo contener mas sus lagrimas – Por favor, necesito irme, no quiero estar mas aquí, por favor, ayúdame a irme lejos de aquí.

La madre de Laura, la abrazo con ternura, sorprendida y preocupada de ver a su hija en ese estado. Le partía el corazón verla llorar de esa forma y mas aun sin saber porqué.

-Esta bien, esta bien – dijo mientras acariciaba su cabello – hablaré con tu padre y veremos lo que haremos. Ya no llores mas, no voy a preguntarte que te pasa, pero si quiero decirte que nada ni nadie vale la pena para que tú te entristezcas de ese modo. Nadie puede pagar el precio de una de tus lágrimas.

Laura escucho las palabras de su madre, la reconfortaron un poco, pero sentía una pena tan honda en su corazón, que en su mente solo concebía una salida, irse lejos.

sábado, 24 de marzo de 2012

Niños de Éxito

Este es el tema que preparé para el Culto Divino del Décimotercer Sábado. Basado en el libro: Una Familia de Éxito de Elena G. de White. Espero les guste y le saquen el mayor provecho.


Niños de Éxito

En Salmos 127: 3 dice: Don del Señor son los hijos, los descendientes son un recompensa.  Los padres son responsables ante Dios por lo que enseñan y hacen por sus hijos, porque los niños pertenecen a Dios y los ha dado a los padres como un tesoro para cuidarlos, educarlos y darles siempre lo mejor.
Los hijos son un valioso tesoro que Dios puso en las manos de los padres y por el que un día tendrán que rendir cuentas. Cuando Dios vuelva a buscarnos, todo padre deberá decir como dice en Isaías 8:18 Aquí estoy con los hijos que el Señor me dio, y deberán decir si hicieron un buen trabajo o no.
Cuando se le enseña a un niño a amar y respetar a Dios, se convierte en una bendición, no solo para los padres, sino para el mismo niño y todos aquellos que estén cerca de él.
Es deber de los padres dedicar más tiempo, cuidado y oración a la preparación de sus niños. Un niño no necesita juguetes caros para ser feliz en su hogar, pero si necesita ternura y atención de sus padres.
A veces, los padres piensan que teniendo un buen empleo que les pueda dar a sus hijos un buen colegio, ropa y juguetes caros están cumpliendo con su deber. Si bien todo esto es bueno, también es cierto que están colocando la enseñanza de sus hijos en manos ajenas y los niños no reciben buena preparación y adquieren malos hábitos. Se vuelven inquietos e infelices, pues el mayor deseo de un niño es pasar tiempo de calidad con sus padres, a quienes ama y admira y de quienes aprenderá del amor de Dios.
Si los niños no recibimos el tiempo, el amor y la dedicación que necesitamos en casa, adonde lo buscaremos: ¿En la Calle?
Entonces, en cada casa habrá niños que deshonrarán a Dios y se formará un ejército que Satanás guiará según su voluntad.
Padres, si no les dan a sus hijos la educación que Dios les ha dejado, no solo de palabra sino de ejemplo, tendrán que responder ante él por los malos resultados. Y estas consecuencias no serán solo para ustedes, sino que seguirán de generación en generación.
Un niño pequeño no puede entender muy bien lo que le explican con la boca, pero aprenderá a actuar según lo que hacen sus padres. El carácter de los padres se verá como un reflejo en sus hijos. Muchas veces los niños hacen algo y son castigados por esto, pero si se ponen a pensar fueron sus padres quienes le enseñaron.
Mientras lo padres tratan de corregir las malas costumbres en sus hijos deberían también ir mejorando ellos mismos su comportamiento, para que sus hijos puedan ver en ellos un buen ejemplo a seguir.
Pero, para esto deben los padres pedir paciencia, perseverancia, sabiduría y amor a nuestro Padre Dios, pues los padres deben representar la mansedumbre y ternura que Cristo tuvo en esta tierra. No olvidemos que los hijos obtuvieron los rasgos rebeldes de la influencia de sus padres y por esto deben ser pacientes al corregirlos.
Si se ponen en las manos de Dios Él les dará la fuerza.
Los niños alcanzarán victorias según el conocimiento que recibieron al seguir el camino de Dios. Solo así quedarán armados para vencer las tentaciones. Entonces, yo pregunto: ¿Padres están ustedes haciendo todo lo posible para educar a sus hijos en el camino de Dios? Instruyan a sus hijos en el camino correcto, así cuando oren a Dios pidiendo ayuda Él les dirá: Aquí estoy, ¿qué quieres que haga por ti?
Ustedes padres nunca deben cansarse en su obra, ni ser impacientes. Si son firmes y actúan con amor, sus hijos alcanzarán la más alta norma de pureza y serán victoriosos.
Pero, no es suficiente con hacerlos buenos para la sociedad, enseñarlos a vestirse, hablar y actuar correctamente. Lo más importante debiera ser que sean niños amantes de Dios, que respeten y valoren su casa y que les guste trabajar para el Señor.
Pero esta educación comienza en el hogar. Sus padres serán sus maestros, donde le darán principios y valores, dominio propio y obediencia. Si los padres no instruyen correctamente a sus niños, entonces Satanás lo hará por ellos.
Y es que el hogar es la escuela más importante de la vida.
La educación comienza desde antes de que el niño nazca, cuando los padres se van preparando para hacer un buen trabajo. Ya cuando tienen a su hijo en brazos les toca poner en práctica lo que han aprendido. Los padres deben darse cuenta de que no importa lo pequeño que sea su hijo, en todo momento está ansioso de aprender. Todo lo demás queda en segundo lugar cuando se trata de cumplir la tarea que Dios puso en sus manos de instruir a sus hijos en el buen camino.
Una de las razones de porque hay tanta maldad en el mundo es que los padres dedican su atención a cosas que no son tan importantes como sus hijos y dejan su educación en manos ajenas. Ningún trabajo debiera ser más importante que sus niños y nada debería impedirles pasar tiempo con ellos enseñándoles del maravilloso amor de Dios, lo que significa obedecer y confiar en Él.
Es muy triste que muchos padres hayan dejado la responsabilidad que Dios les dio con sus hijos y quieran que otros la lleven en su lugar.
Algo que debe importarles mucho a los padres es que sus hijos los amen y confíen en ellos, pues solo así aprenderán a amar a Dios. Esto se logra educando con ternura y cariño, corrigiendo con amor. Deben enseñarle a sus hijos a que les digan todos sus secretos, escúchenlos aunque lo que les digan para ustedes no sea importante, así podrán ganar su confianza y crear lazos de amor.
¿Quién mejor que los padres para aconsejar y enseñar sobre los peligros del mundo a sus hijos? ¿Quién conoce mejor a sus hijos y puede comprender lo que les preocupa?
No olviden que si sus hijos no encuentran en sus padres la comprensión, el amor y la confianza que necesita, la irá a buscar en otro lado y eso puede poner en peligro su espíritu.
Pero, el amor debe expresarse, abrazarlos, besarlos y acariciarlos. Decirles cuando hicieron algo bien, reprenderlos con cariño si hicieron algo mal. Llevarlos a la iglesia, leer con ellos las historias de la Biblia, enseñarlos a orar son maravillosas muestras de amor.
La mejor forma de hacer que sus hijos los amen es cuando ellos ven como el padre y la madre se tratan en forma cariñosa, así ellos también se motivarán a expresar su amor. De esta forma podrán cumplir la norma que Dios dejo en Efesios 6:1 Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres porque esto es justo. 
Los niños son muy importantes en el reino de Dios. En Mateo 18: 10 Jesús dijo: Mirad no menospreciéis a ninguno de mis pequeños, porque os digo que sus ángeles en el cielo ven siempre el rostro de mi Padre Celestial.

No fue por nada que Jesús dijo que deberíamos ser como niños para entrar en el cielo, pues los niños tienen un corazón dispuesto para aprender y recibir. Pero si no se les da lo bueno, su corazón se llenará de malos hábitos y es seguro que no amarán a Dios con todo su corazón y con toda su alma.
No es suficiente ser un buen hombre para la sociedad, el llamado es ser buenos padres para Dios. El futuro del mundo está en sus manos, lo que sus hijos sean mañana será por lo que ustedes hagan hoy.
Yo espero que cuando Cristo venga ustedes puedan decir: Aquí estamos con los hijos que nos diste, entremos todos juntos en el cielo.
¡Dios los bendiga!



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domingo, 4 de marzo de 2012



Hay amigos y hay amigos. Me explico. Hay amigos que se dicen tus amigos y claro, son buenos contigo, te oyen a veces y si esta un poco a su alcance te brindan su apoyo semi incondicional. Pero, hay amigos que te escuchan, te brindan un hombro para llorar y una cachetada ocasional si es necesaria. Te brindan su apoyo incondicional y si las cosas no resultan no resultan bien se deprimen contigo y te ayudan a ver las cosas de un modo positivo.

Yo tengo amigos que en las buenas y en las malas han estado a mi lado. Que pueden pasar meses sin que hablemos y aún así estoy confiada de que con tan solo darles una llamada pidiendo auxilio vendrán en mi rescate. Tengo amigos, mis mosqueteros, uno para todos y todos para uno. Se gozan mis triunfos y lloran mis derrotas.

Pero el verdadero peligro no esta en este tipo de amigo, a quienes celebro y les guardo un lugar especial en mi corazón. Lo que daña verdaderamente nuestro espíritu son esas personas a quienes les atribuimos de forma incorrecta el nombre de amigos, cuando realmente no lo son.

No se si ustedes serán como yo. Pero por lo general, yo soy amiga. Me las juego todas por mis amigos, doy lo mejor de mi y me peleo sus batallas como si fueran las mías propias. Mas, cuanto he sufrido en ocasiones al darme cuenta de que aquellos a quienes les desnudé mi alma, no eran mas que farsantes que se hacían llamar amigos cuando en realidad nunca lo fueron.

Entonces, podría decirse: Me engañan una vez, malos ellos... Me engañan dos veces tonta yo. Pero, pienso que seria muy triste vivir la vida en un completo espíritu de desconfianza, pensando que todos son capaces de hacernos mal. Entonces perderíamos aun mas, porque pasaríamos por alto a aquellos que si son amigos, que si quieren con todo su corazón darnos lo mejor de ellos mismos. Por lo que, considero mejor vivir mi vida creyendo que todos son capaces de lo mejor, dándole a la humanidad el beneficio de la duda y disfrutar al máximo de aquellos seres especiales que me han dado tanto cariño a lo largo de mi vida.

Si alguno me defrauda, pues ya sabré que no era un verdadero amigo. Seguiré mi camino sin su compañía deseándole lo mejor y llenaré su espacio en mi corazón con alguien que quiera dejarse querer y brindarme un cariño sincero.

Es mejor vivir amando, que desconfiando.