Niños de Éxito
En Salmos 127:
3 dice: Don del Señor son los hijos, los descendientes son un
recompensa. Los padres son responsables
ante Dios por lo que enseñan y hacen por sus hijos, porque los niños pertenecen
a Dios y los ha dado a los padres como un tesoro para cuidarlos, educarlos y
darles siempre lo mejor.
Los hijos son un valioso tesoro que Dios puso en las
manos de los padres y por el que un día tendrán que rendir cuentas. Cuando Dios
vuelva a buscarnos, todo padre deberá decir como dice en Isaías 8:18 Aquí estoy
con los hijos que el Señor me dio, y deberán decir si hicieron un buen trabajo
o no.
Cuando se le enseña a un niño a amar y respetar a
Dios, se convierte en una bendición, no solo para los padres, sino para el
mismo niño y todos aquellos que estén cerca de él.
Es deber de los padres dedicar más tiempo, cuidado y
oración a la preparación de sus niños. Un niño no necesita juguetes caros para
ser feliz en su hogar, pero si necesita ternura y atención de sus padres.
A veces, los padres piensan que teniendo un buen
empleo que les pueda dar a sus hijos un buen colegio, ropa y juguetes caros
están cumpliendo con su deber. Si bien todo esto es bueno, también es cierto
que están colocando la enseñanza de sus hijos en manos ajenas y los niños no
reciben buena preparación y adquieren malos hábitos. Se vuelven inquietos e
infelices, pues el mayor deseo de un niño es pasar tiempo de calidad con sus
padres, a quienes ama y admira y de quienes aprenderá del amor de Dios.
Si los niños no recibimos el tiempo, el amor y la
dedicación que necesitamos en casa, adonde lo buscaremos: ¿En la Calle ?
Entonces, en cada casa habrá niños que deshonrarán a
Dios y se formará un ejército que Satanás guiará según su voluntad.
Padres, si no les dan a sus hijos la educación que
Dios les ha dejado, no solo de palabra sino de ejemplo, tendrán que responder
ante él por los malos resultados. Y estas consecuencias no serán solo para
ustedes, sino que seguirán de generación en generación.
Un niño pequeño no puede entender muy bien lo que le
explican con la boca, pero aprenderá a actuar según lo que hacen sus padres. El
carácter de los padres se verá como un reflejo en sus hijos. Muchas veces los
niños hacen algo y son castigados por esto, pero si se ponen a pensar fueron
sus padres quienes le enseñaron.
Mientras lo padres tratan de corregir las malas
costumbres en sus hijos deberían también ir mejorando ellos mismos su
comportamiento, para que sus hijos puedan ver en ellos un buen ejemplo a
seguir.
Pero, para esto deben los padres pedir paciencia,
perseverancia, sabiduría y amor a nuestro Padre Dios, pues los padres deben
representar la mansedumbre y ternura que Cristo tuvo en esta tierra. No
olvidemos que los hijos obtuvieron los rasgos rebeldes de la influencia de sus
padres y por esto deben ser pacientes al corregirlos.
Si se ponen en las manos de Dios Él les dará la
fuerza.
Los niños alcanzarán victorias según el conocimiento
que recibieron al seguir el camino de Dios. Solo así quedarán armados para
vencer las tentaciones. Entonces, yo pregunto: ¿Padres están ustedes haciendo
todo lo posible para educar a sus hijos en el camino de Dios? Instruyan a sus
hijos en el camino correcto, así cuando oren a Dios pidiendo ayuda Él les dirá:
Aquí estoy, ¿qué quieres que haga por ti?
Ustedes padres nunca deben cansarse en su obra, ni ser
impacientes. Si son firmes y actúan con amor, sus hijos alcanzarán la más alta
norma de pureza y serán victoriosos.
Pero, no es suficiente con hacerlos buenos para la
sociedad, enseñarlos a vestirse, hablar y actuar correctamente. Lo más
importante debiera ser que sean niños amantes de Dios, que respeten y valoren
su casa y que les guste trabajar para el Señor.
Pero esta educación comienza en el hogar. Sus padres
serán sus maestros, donde le darán principios y valores, dominio propio y
obediencia. Si los padres no instruyen correctamente a sus niños, entonces
Satanás lo hará por ellos.
Y es que el hogar es la escuela más importante de la
vida.
La educación comienza desde antes de que el niño
nazca, cuando los padres se van preparando para hacer un buen trabajo. Ya
cuando tienen a su hijo en brazos les toca poner en práctica lo que han
aprendido. Los padres deben darse cuenta de que no importa lo pequeño que sea
su hijo, en todo momento está ansioso de aprender. Todo lo demás queda en
segundo lugar cuando se trata de cumplir la tarea que Dios puso en sus manos de
instruir a sus hijos en el buen camino.
Una de las razones de porque hay tanta maldad en el
mundo es que los padres dedican su atención a cosas que no son tan importantes
como sus hijos y dejan su educación en manos ajenas. Ningún trabajo debiera ser
más importante que sus niños y nada debería impedirles pasar tiempo con ellos enseñándoles
del maravilloso amor de Dios, lo que significa obedecer y confiar en Él.
Es muy triste que muchos padres hayan dejado la
responsabilidad que Dios les dio con sus hijos y quieran que otros la lleven en
su lugar.
Algo que debe importarles mucho a los padres es que
sus hijos los amen y confíen en ellos, pues solo así aprenderán a amar a Dios.
Esto se logra educando con ternura y cariño, corrigiendo con amor. Deben
enseñarle a sus hijos a que les digan todos sus secretos, escúchenlos aunque lo
que les digan para ustedes no sea importante, así podrán ganar su confianza y
crear lazos de amor.
¿Quién mejor que los padres para aconsejar y enseñar
sobre los peligros del mundo a sus hijos? ¿Quién conoce mejor a sus hijos y
puede comprender lo que les preocupa?
No olviden que si sus hijos no encuentran en sus
padres la comprensión, el amor y la confianza que necesita, la irá a buscar en
otro lado y eso puede poner en peligro su espíritu.
Pero, el amor debe expresarse, abrazarlos, besarlos y
acariciarlos. Decirles cuando hicieron algo bien, reprenderlos con cariño si hicieron
algo mal. Llevarlos a la iglesia, leer con ellos las historias de la Biblia , enseñarlos a orar
son maravillosas muestras de amor.
La mejor forma de hacer que sus hijos los amen es
cuando ellos ven como el padre y la madre se tratan en forma cariñosa, así
ellos también se motivarán a expresar su amor. De esta forma podrán cumplir la
norma que Dios dejo en Efesios 6:1 Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres
porque esto es justo.
Los niños son muy importantes en el reino de Dios. En
Mateo 18: 10 Jesús dijo: Mirad no menospreciéis a ninguno de mis pequeños,
porque os digo que sus ángeles en el cielo ven siempre el rostro de mi Padre Celestial.
No fue por nada que Jesús dijo que deberíamos ser como
niños para entrar en el cielo, pues los niños tienen un corazón dispuesto para
aprender y recibir. Pero si no se les da lo bueno, su corazón se llenará de
malos hábitos y es seguro que no amarán a Dios con todo su corazón y con toda
su alma.
No es suficiente ser un buen hombre para la sociedad,
el llamado es ser buenos padres para Dios. El futuro del mundo está en sus
manos, lo que sus hijos sean mañana será por lo que ustedes hagan hoy.
Yo espero que cuando Cristo venga ustedes puedan
decir: Aquí estamos con los hijos que nos diste, entremos todos juntos en el
cielo.
¡Dios los bendiga!
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